¿A caso el Arte y la Política?


Por: Grupo Kurós
 A veces afirmamos que el arte fue motivo de la evolución del hombre; más correcto es suponer que éste avanzó sobresaliendo apenas del resto de los animales por largo tiempo y entonces a partir de un punto no muy lejano del presente, se construyó a sí mismo con el arte por detrás de todas sus creaciones y descubrimientos. Así erigió ciudades, combatió enemigos, estableció corrientes, definió a las ciencias y en pocas palabras, logró lo que ninguna otra especie en la Tierra había logrado antes: Una cultura.
Encima de su vasto imperio como una máxima manifestación de esa cultura, colocó a un bello centinela: el arte.

Aun con este estatus, es imposible negar que el arte esté en la actividad humana regular. En efecto hay obras que no tienen este carácter, como la política, pero resulta atractivo encontrar que ambos están unidos por un cordón encargado de que el arte sea capaz de producir efectos sociales.
Aun a saber que existe quién se contrapone enérgicamente a cualquier unión que puedan tener ambas actividades humanas, afirmando que el arte como instrumento político deja de ser una libre manifestación espiritual, debe recordase que en casi todos los pueblos alguna vez el arte ha sido utilizado como propaganda política. Y quizás esa mirada al pasado nos haga una revelación aun más significante: el arte también ha sido la flor que ha nacido consecuente a las revoluciones humanas, para reafirmar al hombre políticamente reestructurado y poseedor de una nueva consciencia social.
Debió haber sido un impacto tremendo para el alma, sin importar el estatus social que a cada quien lo hacía buscarse, poder hallar su rostro en los murales recién nacidos que se extendían como una nueva piel  en los edificios públicos de México, cuando algunos pintores dijeron que el arte debía ser memoria de la Revolución de 1910 y del pueblo que había luchado por ella.